Dra. Diana Rivera Viera, miembro Consejo Ejecutivo AARP PR
Dice el refranero popular que “lo que no se usa se pierde” y que “es mejor prevenir que tener que remediar”. Precisamente de eso se trata cuando hablamos del aprendizaje para toda la vida y el envejecimiento activo.
El envejecimiento activo es el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que facilite el bienestar físico, social y mental en la vejez ampliando la esperanza de una vida saludable, según la Organización Mundial de la Salud. Este proceso requiere (1) mantener actividades físicas, (2) participar en actividades sociales y (3) procurar el bienestar mental.
Hablar del bienestar mental implica entender cómo funciona nuestro cerebro y cómo se afecta según envejecemos. Nuestro cerebro se compone de billones de neuronas o células nerviosas que recogen, procesan y envían información a través del cerebro y a otras partes del cuerpo. Según envejecemos el cerebro se encoje lentamente lo que puede afectar funciones como la memoria, la rapidez para procesar información y aprender. Es decir que, con los años, el cerebro cambia por lo que es importante cuidar nuestra salud cognitiva estimulando las conexiones en el cerebro.
Tal vez has escuchado hablar de la neuroplasticidad. No es otra cosa que la habilidad de nuestro cerebro para cambiar y adaptarse en respuesta al ambiente, los estímulos y las experiencias que tenemos. La neuroplasticidad ayuda al cerebro a retener esa habilidad para adaptarse. El aprendizaje para toda la vida es una herramienta para ayudar al cerebro en ese proceso, porque el aprendizaje de nuevas destrezas estimula la conexión entre las neuronas. Es una forma sencilla de apoyar tu salud cognitiva. Tenemos que mantenernos aprendiendo cosas nuevas.
Frecuentemente pensamos en actividades para las que no tuvimos tiempo en el pasado. Aprender un nuevo idioma, tocar un instrumento musical, explorar la escritura creativa, tomar un curso de fotografía, de cerámica, de costura, desarrollar mayor conocimiento y destreza en el uso de la tecnología. Incluso pueden ser actividades más sencillas tales como trabajar con crucigramas y rompecabezas. En fin, son múltiples las formas en que podemos estimular las nuevas conexiones en nuestro cerebro a la vez que aprendemos algo nuevo.
Siempre hay nuevas actividades que explorar y sólo depende de ti. Recuerda: “lo que no se usa se pierde así que “más vale precaver que tener que remediar”. ¡Anímate!
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