por Lily García
“Hay solamente cuatro tipos de personas en el mundo: aquellos que han sido cuidadores, aquellos que son actualmente cuidadores, aquellos que serán cuidadores y aquellos que necesitarán de cuidadores.” Rosalyn Carter Ex Primera Dama EU
Si estas palabras son ciertas, entonces todos vamos a, inevitablemente, convertirnos en cuidadores en algún momento en nuestras vidas. Y es muy posible que también lleguemos a necesitar de alguien que nos cuide ya sea por un periodo corto o prolongado.
Algunas de las emociones más comúnmente identificadas por cuidadores son, por un lado, el sentido de compasión, lealtad y responsabilidad, y por el otro, el cansancio, el coraje y la culpa. La tarea de cuidar de otros y velar por su bienestar a largo plazo nos puede abrir a una montaña rusa de sentimientos que pueden terminar empujándonos hacia un peligroso desbalance emocional.
Y es en ese momento que la práctica del “mindfulness” o la presencia mental se convierte en una herramienta poderosa para alcanzar la estabilidad emocional. Los seres humanos vivimos casi siempre o en el futuro (pensando en lo que pudiese ocurrir), o en el pasado (agarrados de lo que pudo haber sido). Vivir en el futuro siempre va a causarnos ansiedad. Vivir en el pasado siempre va a generar tristeza.
Es viviendo en el presente que podemos respirar el momento, reconocer nuestras emociones, y detenernos cuando sabemos que necesitamos un espacio. Comparto algunas recomendaciones para poder practicar el “mindfulness” y, en el proceso, aprender a escuchar nuestras mentes y reconocer tus emociones.
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